martes, 25 de diciembre de 2018

Huracán

Yo tengo alas
muy frágiles,
que de sobrellevar tormentas
ya no saben nada,
alas que son puro hueso,
hueco,
pocas plumas,
más bien membranas desnudas
llenas de taras.
Yo vuelo siempre
sobre ruinas,
escombros,
escollos,
un cielo de nubes;
a veces llueve y,
mojada y pesada,
no puedo volar.

Me mandas un huracán y lo miro,
con la realidad apegándose
a mis huesos,
con la fe despegándose
de la carne,
con mi ojo viendo más allá del futuro.

Ya no puedo soportar
más tifones,
necesito,
de verdad lo necesito,
descansar.

sábado, 15 de diciembre de 2018

La nada que con ello lleno

No podría culparte, pues
yo entiendo
lo feos que son mis ojos,
tampoco es bonito mi cuerpo,
la nada que me sale del alma
y la nada que con ello lleno,
que tengo las uñas roídas
y todavía muy corto el pelo.

No podría culparte, pues,
sé que en mí nada destaca por bueno,
que mi tiempo libre es aburrido,
que no ofrezco nada nuevo,
sé la nada que me sale del alma
y la nada que con ello lleno,
que no tengo la barriga plana
ni perfecto y firme el pecho.

No podría culparte, pues
soy consciente de lo corto de mis dedos,
no tengo piernas para hacer soñar
ni tampoco de cisne el cuello,
cualquiera podría ocupar mi lugar,
no es demasiado grande el hueco.
Y para qué nos vamos a engañar,
si yo he visto todo este tiempo
la nada que sale de mí
y la nada que con ello lleno.

viernes, 7 de septiembre de 2018

Hilo.


Imagínate un hilo tan largo que cruza las montañas y los ríos, la tierra llana y amarilla de Castilla, los campos de naranjas y los de girasoles y se pierde en la inmensidad del vasto horizonte. Sobre él caminan sin verlo las personas y los perros, le lloran las nubes, lo lame el Sol, lo abraza la tierra. Es la cama para los insectos y las rocas, tan fino y delicado que ni la araña lo nota y tan irrompible que permanece cruzando los kilómetros, de extremo a extremo, durante décadas.
Imagínate que lo llevas contigo, atado al tobillo, un fiel compañero invisible. Corre contigo cuando eres un niño y está contigo buceando en el mar en tus horas de playa. Duermes con el hilo prendido a los huesos y es él quien te vierte los ingredientes de los sueños que cocinas en la almohada. También crece contigo cuando llegas a la pubertad, indómito e inamovible, camuflado entre tu nuevo vello, escurriéndose entre los pechos incipientes y enredado en un corazón que comienza a sentir distinto. Pero tus ojos no lo ven, aunque empiezas a creer en él, y a buscarlo.
Entonces, cuando eras niño, trepabas a los árboles, corrías como el viento, te caías y raspabas las rodillas, pero nunca se rompía ni alteraba. Después vas caminando paso a paso, a tenderle la mano al adulto que vas a ser, y trepas a las nubes, corres a enamorarte, te caes y te raspas el corazón…y tu fe empieza a quebrarse. Hablan todas las lenguas del mundo sobre un hilo rojo y empiezas a preguntarte si nadie tiene ni idea de lo que está diciendo.
A veces piensas que si se viera desde fuera cada golpe que has vivido estarías cubierto de verde y amarillo, una suerte de moretón cansado, desanimado, cada vez más rendido.
Puedo imaginarme lo que quiera, pero la realidad es esta: mi hilo se estiró, se enredó, se quedó enganchado en lugares que no debía, pero nunca se partió. Mi hilo es elástico e incorruptible. Me tanteé las muñecas, la espalda, las caderas, los pies…todo buscándolo, pero nunca lo encontré. Lo tuve entre los dedos y lo acaricié entre mis falanges sin saberlo. Jugueteé con unas tijeras, cortando el aire, hastiada, “¡no existe!”, y hubo en esta demencia un cuchillo afilado que podía, él y solo él, cortar mi hilo: negación.
Pero entonces mi hilo, que es un ente vivo y lucha por permanecer, comenzó a asomar poco a poco sus inmateriales fibras y a dibujarse como un rojo diluido, casi un espejismo, y a lamerme las orejas cada noche con palabras en una lengua desconocida para mí.
Imagíname cruzando las montañas y los ríos, la tierra llana y amarilla de Castilla y los campos de naranjas y los de girasoles. Imagíname persiguiendo un delirio loco por las calles de Andalucía. Imagíname llegando a una estación y bajando de un tren a mi nueva vida.

Un hilo rojo solo se ve cuando los dos extremos se aproximan. Cuando se conocen, cuando se unen, cuando se funden en un abrazo. Entonces ya nunca más, da igual cuánto te alejes, vuelve a ser un hilo recto: ya será para siempre un círculo donde cabe el uno y donde cabe el otro, siempre tan unidos que sobra espacio donde edificarlo todo.
En el momento que mi boca y la suya se reconocieron, ligadas por una suerte de destino, el hilo cambió de color y se hizo verde, como sus ojos, y mutó de hilo a hebra de su cabello. Se hizo tangible, denso, suave, tomó forma y se hizo casa, tomó fuerza y se hizo iglesia, tomó tiempo y se hizo eterno.
Y brotó del suelo un campo de girasoles.

martes, 10 de julio de 2018

998 por hora.

Se me salta el corazón dos latidos pero no importa, contigo siguen quedándome 998 por hora. Como en el sueño más vívido que he tenido jamás, bajo del tren y a lo lejos te veo, la melena al viento, los ojos llenos de mar, las manos llenas de caricias. La primera vez que me ves, la primera vez que te toco. Te regalo una sonrisa, me fundo en un abrazo, de repente me siento en casa. ¿Es esto amor? Quizá.
No quiero soltarte, tu pelo es una sábana de seda y tu olor ya es para siempre mi colonia favorita. Hueles a piel dulce y a alma limpia y quiero quedarme en este abrazo. ¿Sería muy raro prolongarlo? Quizá. Habrá más, puedo soltarte. Por ahora.
Las calles saben distintas cuando se caminan junto a ti; miro al frente, me vuelvo a mirarte y ahí estás, a un leve giro de mi cabeza, a unos centímetros de mí. Tu piel tiene toques de oro y tus mejillas al sonreír se llenan de hoyuelos donde plantar momentos y regar con besos. Creo que no puedo dejar de mirarte y eso me pone nerviosa.
Me haces reír. Todo el tiempo.
Tu presencia es como un bálsamo para mi corazón que está muy, muy cansado. Que se siente viejo y ya no tiene ganas de pelear. Iba a ralentí, pero contigo, ¡vaya! Me has mirado y se ha parado unos segundos pero ha rejuvenecido. Lo noto más fuerte. ¿Es esto amor? ¿Se siente así?
Tú tienes ojos de agua y yo juego a ser una sirena mientras te acercas.
El impacto de tu boca en mí es suave y demoledor. Este es el beso que llevo buscando toda la vida. Tiras todos mis muros abajo. Solo quiero que conozcas todo, ser tu casa. Ven dentro.
El impacto de tu cuerpo en mí, una suerte de fuegos artificiales en una carne que siento de nuevo virgen. ¿Es esto amor? Nunca he sentido nada parecido.
En la ducha llueve.
En la cama todo es Sol abrasador.
Tu pelo es la jungla.
Tu boca un oasis.
Del Norte al Sur eres mi tierra favorita.
De Este a Oeste.
No me cubro al dormir, tu abrazo es mi sábana. Tu cuerpo pegado al mío mientras duermes tranquilo es la paz más maravillosa que he conocido y solo quiero que acabe esta noche para verte reír de nuevo cuando despiertes.
Los abrazos ya no se acaban más, los besos siempre se multiplican. Nos comemos. Salimos a cenar. Paseamos y me agarras de la mano, de un plumazo pierdo todos estos años y ahora soy una niña a tu lado. Sin heridas ni cicatrices, sin miedos ni rencores.
Quiero vivir así toda mi vida, ya no quiero que me faltes nunca.
¿Es esto amor?
Sin duda. Te amo.

martes, 13 de febrero de 2018

Tus tardes de domingo

Soy reina sin reino,
sin hogar
y sin castillo,
soy reina del olvido
y de las cosas que he temido,
soy reina de los árboles
y reina entre el frío
del valle de costillas
de mi corazón vacío.
Una vez tuve reino
y fue un lugar bello y florido,
mas una espina de rosa
se clavó en mi tobillo
y fui por el camino
perdiendo tanta sangre
que me hice de alambre,
carne mustia y hierro frío.
Y cuando vi caído
mi cielo, en la tierra
arrojé mi vestido
y al corazón más piedras
y ahogué los sentidos,
me hice de madera,
pues lo muerto ni espera
ni se siente vencido.
Mas se coló una hiedra
entre tanto hastío
y el verde de la hierba
y del pájaro el trino
a veces me recuerdan
que el mundo sigue vivo
y podría ser reina
de tus tardes de domingo.

Soy reina sin reino,
sin hogar
y sin castillo,
soy reina del olvido
y de las cosas que he temido,
soy reina de los árboles
y reina entre el frío
del valle de costillas
de mi corazón vacío,
mas de pronto te ríes
como ríen los niños
y baten como alas
tus pestañas de felino
y se derrite el hielo
y noto el anhelo
de algún día ser reina
de tus tardes de domingo.

lunes, 22 de enero de 2018

Siendo como fuiste casa mía 
Hogar donde siempre había lumbre 
Hombre donde siempre había hombro
Y cama que nunca estaba fría 
Cuando fuera llueve y tengo el día 
Lleno de fantasmas y de hambre 
El corazón un pálido calambre 
Y el alma exangüe de alegría
Recuerdo cómo tu puerta se abría
Y el abrazo de tu cuerpo de madera
Y las horas enterrada en las maneras
Todas en que enterrabas la melancolía
Y no es ya mi voz más elegía
Pues elijo volver a tus dulces ruinas
Y de tus vigas y techos ser la reina
Y que mi corona sean tus espinas.
Pues son tus restos más bellos que si completo
Un hogar frente a mí se hiciese vida
Y en tus ojos para siempre habito, 

Y que mi corona sean tus espinas
Cuando las ramas de los árboles tiritan
Y se vuelve el mundo frío, helado, seco
Yo encuentro mi refugio en el suave
E inexplorado de tu espalda hueco
Que se haga noche eterna entre las sábanas
Y el Sol exista solo en tu mirada
Y beba el agua que de tu boca emana

Llegando contigo al cálido Nirvana.

martes, 9 de enero de 2018

A 22 de diciembre

Hay letras bailando
Y pisándome los pies
Riendo al son 
De una canción 
Que no disfruto.
Mi alma está de luto
Y es que se ha muerto
El eterno aliento
De la esperanza 
Que yo recluto.
Se dijo una palabra
Y luego otra
Y supieron a daga
A derrota
A herida cansada
A cabeza loca
A repetición 
Como el pum
Pum
Pum
De un corazón 
Y como el rumor del aire
En su cámara exangüe 
Y luego la palabra se extinguió 
Y se fue el romance
Con el pum
Pum
Pum

Con que se va la sangre

Desconfianza

 Igual que cuando fuera llueve Y decide una, por no enfermar, Por prevención, porque se conoce el cuerpo, Ponerse un abrigo, la bufanda, los...