Te había soñado mil noches,
Te había dedicado mil lunas,
Mil sueños robados a Morfeo,
Mil esperanzas durmiendo en su cuna,
Y así, cuando conocí tu pelo,
Reconocí en su oro mi fortuna
Y en el lazo que nos ata
Dejé desatar mi locura.
Cuando el verde de los prados
De tus ojos se hizo beso
Se erigió en mí una iglesia
A la fe que te profeso,
Fui embebiéndome de ti,
Empapada hasta los huesos,
Comulgando con tu carne
Aquel domingo travieso,
Y cuando mi piel con tu piel
Se hicieron en tarde de verano amigas
Abrazándose sabiendo que
Sin conocerse eran viejas conocidas
Calmó en mi boca por siempre la sed
Una sola gota de tu saliva
Y hambre no habrá, la lluvia se fue,
El frío no existe cuando tú me abrigas.
Una mañana, tras tú nacer,
Te oí llorar, siendo yo solo una niña,
Y aprendí a caminar
Por buscarte en cada esquina,
Los pasos que a mis pies sumé
Andaban una senda escrita
En las raíces de un girasol
Creciendo en Andalucía.
Y es que te había dedicado mil noches,
Te había dedicado mil dudas,
¿Habría esperanzas, me pregunté, durmiendo en mi pequeña cuna?
Pero cuando conocí tu pelo
Reconocí en su oro mi fortuna
Y en el lazo que nos ata
Siempre desataré mi locura.