viernes, 13 de diciembre de 2019

Polisíndeton vital

Está el mundo lleno,
lleno, lleno,
de canciones que no son para mí,
de amores engalanados,
de sonrisas que son
piezas de orfebrería.
Es como que la calle huele a pan,
pan caliente,
y las aceras están llenas,
llenas, llenas,
y yo estoy vacía y
hace tanto que no como...
Desde otra esquina
me observa un niño
pequeño, grande
la curiosidad que lo corroe,
y su mirada es ácido
cuando le veo mirar la
pantomima que es mi vida.

Está el mundo lleno,
lleno, lleno,
de caricias, de regalos, de alegrías,
de pájaros que cantan,
de bebés que ríen por primera vez,
y dentro de mí el mundo es negro
negro, negro,
viscosos los sueños,
alquitrán la saliva.
Todo lo que oigo sonar es robado,
lo que huelo es robado,
lo que pruebo es robado,
a veces me pregunto
si la vida es mía,
me queda como un traje viejo
raído, demasiado holgado,
con olor a orina.

Y a veces lloro,
lloro, lloro,
y me pregunto por qué
mientras miro una estrella
porque el firmamento es lo único
que me permite
sentir que los demás
son tan insignificantes
como lo soy yo. 

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