domingo, 26 de septiembre de 2021

Imagina

 Imagina la soledad contenida

en una tarrina de helado

con una sola cuchara,

en escoger la película sin debatir,

en unos versos que se te escapan de la mente,

fluyen por las yemas de los dedos,

se vierten en nada y para nadie,

imagina largas charlas con uno mismo,

una mirada sostenida solamente en el espejo,

una sonrisa afable de vez en cuando 

en una foto, fingida,

imagina la soledad de una herida.


Imagina la soledad de no recordar nunca,

solo imaginar, cuando una canción suena,

del abrazo de una manta en el invierno,

de un poema que te nace en la mente

y vuela libre para posarse

en la nada, y para nadie,

la soledad de un eco que oscila

entre que nadie lo escuche y ser ignorado.


Imagina la soledad de una página,

arrancada de un cuaderno como un bebé de unos brazos,

preñada de tinta, de versos que te nacen en la mente,

que se escapan, vuelan,

fluyen por tus yemas 

para verterse en la nada y para nadie,

imagina la soledad de un número primo,

que entre uno y uno mismo oscila,

imagina la soledad de una herida. 


viernes, 24 de septiembre de 2021

Diablos en los cruces de caminos

Diablos en los cruces de caminos

con su tienda improvisada van tentando,

me raptó la mano una suave brisa y

tan fuerte cerré los dedos de mi mano...

como arena se desgrana a toda prisa,

el olvido engulle al oasis arcano,

bajo tierra se sepultan las sonrisas,

se descubre errante de nuevo el humano.

Los diablos en los cruces de caminos

con su tienda improvisada van tentando,

y componen una pieza a toda prisa

para sorprenderte cuando estén cantando,

te hipnotizan, te secuestran, y sumisa 

al infierno mismo te verás bajando,

pero dirá el diablo "no es traidor quien avisa"

mientras rompes tus espejos, gritando.


En el grito reflejado, y en el viento,

en la arena que se escapa de mis manos,

en la canción que guardo en el pecho,

en mi pútrido oasis arcano,

me descubro encerrando al tiempo

en una jaula que me han regalado

esos diablos en los cruces de caminos

que con su tienda improvisada me tentaron.

sábado, 4 de septiembre de 2021

Los faros de un tren

 Me mirarán a los ojos

los faros de un tren,

me sostendrán la mirada

en un instante de magia,

de amor infinito,

de confidencias,

de rendición,

de entrega absoluta.

Y lo último que escucharé

será hacerse realidad mis sueños

con un cuerpo de máquina,

cerniéndose sobre el mío

en un abrazo sin reservas,

arrancándome la soledad del cuerpo,

descubriendo por fin

mi sitio. 


La certeza de la invisibilidad del trago

 Otra noche en que el sueño no es un lugar seguro. Las imágenes que se suceden con tal nitidez como si pasasen frente a mis ojos, en palpable disonancia con lo borroso que veo durante el día. Tengo una soga alrededor de mi cuello.

Me tumbo en la cama y me dirijo a la esquina. Me hago bola, pequeña, intentando ser indetectable. En el resto de la cama duermen conmigo mis demonios, que no son míos, más bien soy suya, y que no duermen, solo se sientan sobre mi pecho.

5 de la mañana, hace una hora, un pensamiento intrusivo me despertó dejándome a merced de la madrugada: nunca nadie me ha tocado el trago. El trago es una cosa que me pertenece y que no escondo, pero aún así pareciera indetectable, totalmente resistible, desprovisto de atractivo. Me toco el trago. Pensamiento intrusivo: qué extraña parecería expresando esto en voz alta ante cualquiera. ¿A quién explicar que esto me ha despertado y ya no me dejará dormir más esta noche y quién sabe cuántas más?

La certeza de la invisibilidad del trago me va sumiendo en una espiral de tristeza que se me antoja infinita. Porque ni siquiera yo he sido consciente del trago hasta que mi cerebro ha decidido presentarnos hace una hora. Es una cosa que me pertenece y que no escondo, y aún así para mí fue casi indetectable, totalmente resistible, desprovisto de atractivo. Me toco el trago. Esta madrugada no dormiré más, no quiero volver a dejarlo solo.

El pelo me caía como una maleza enredada sobre la almohada, coronando el caos, conquistándolo. Ningún ruido rompía la noche, pero dentro de mí nunca hay silencio. 

He cogido miedo de mis pasos, temo que me lleven a infiernos cada vez más profundos. 

No puedo desandar. ¿A dónde voy?

Aquí dentro grita alguien. 


viernes, 3 de septiembre de 2021

Llena de valor

Que viva conmigo,

y que vaya a quedarse para siempre,

no como esa miríada de hojas de otoño

que vuelan y se mudan con el viento,

solo esta tristeza,

que es suficientemente líquida para colarse en los rincones,

y tan viscosa para atraparlo todo,

barrerlo todo,

ahogarlo todo, 

a su paso. 

Los relojes me endurecen y fascinan,

golpean mazos como jueces crueles,

un pom, pom, pom constante,

un sonido acusatorio de que una vez más

o no estoy en mi sitio, que no existe,

o he llegado tarde.

Y camino por la vida,

me deslizo,

como una suerte de sombra desamparada,

como una cría huérfana y arrugada,

con los pies llenos de cadenas,

los zapatos llenos de cemento,

la garganta llena de gritos inacabados,

¡qué espanto!

Quisiera despertarme un día sin la agonía

de querer ser y no poder,

de poder ser solo lo que no quiero,

o llena de valor para despedirme.

Quisiera despertarme un día sin la certeza

de ser siempre solo la sombra del recuerdo de alguien,

incluso de mí misma,

de no poder ser nunca nadie,

ni siquiera yo misma,

o bien, llena de valor para despedirme.

Desconfianza

 Igual que cuando fuera llueve Y decide una, por no enfermar, Por prevención, porque se conoce el cuerpo, Ponerse un abrigo, la bufanda, los...