Noto un abrupto final
avecinarse en mi corto sendero
anunciando su llegada cual jilguero
y ardiendo como el suelo infernal.
Nunca pude ser tan fuerte como quise,
pues me destruí con mis propios escudos
y fueron los nudillos míos los más duros
y la derrota contra mí misma la más triste.
Aún tan joven, y tanta es mi vejez
que me veja y me ultraja la alegría
quién reconoce tal face como mía
con lo risueña que ella fue alguna vez.
Contra el abismo me empujasteis lento
y me asomé al llegar a su borde,
con curiosidad miré la densa noche
que venida de él se ciñó sobre mi cuerpo.
Me carcajeé por vez última
una hora donde parecí feliz
donde aún no me pesaba el grave desliz
ni la infelicidad que ya estaba tan próxima.
Ahora sólo quiero dejar de verme
tan atormentada encerrada entre mis sábanas,
y por ello imploro sin miedo a la guadaña
cada noche que venga a llevarme la muerte.
Maldigo mi mala suerte.
sábado, 11 de mayo de 2019
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