Se fuma un porro.
Se ríe en mi cara.
Silba entre sus dientes
un "ya te lo dije".
Mira directamente
a mi alma encharcada,
un campo de minas
lleno de cicatrices.
De todas las actrices,
la más galardonada,
teniendo mis raíces
en no sentir;
me echa una mirada,
muerde el filtro,
esquiva la pregunta
que le ha traído aquí.
De todas las indigentes,
la más pobre,
regueros son eternos
en mi rostro salobre.
Y da otra calada,
y me mira con pena,
pues sabe mi condena
cadena deseada.
Sintiéndome tan libre
me corté las alas,
me invade un miedo frío,
¿una sentencia vana?
A veces las palabras
se clavan en mi alma,
son dulces, bellas llagas,
de labios que son dagas.
Mi alma encharcada,
campo de cicatrices,
noto que la predice
por siempre abandonada.
En los ojos maduran
salvajes, tristes hiedras,
el corazón es piedra,
el alma ya no es nada.
De todas las indigentes,
la más pobre,
regueros son eternos
en mi rostro salobre.
Y da otra calada,
mirándome con pena,
pues sabe mi condena
cadena deseada.
lunes, 25 de mayo de 2015
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