domingo, 12 de enero de 2014

El renacer.

Ha sido como despertar tras un naufragio, escupiendo agua de mar desde mis pulmones marchitos, estando toda yo empapada hasta llenar el vacío de sal.
El cabello apestando a salitre, apelmazado y revuelto en todas direcciones, exactamente como el naufragio de mi vida durante tantos y tantos meses, la ropa pegada a un cuerpo mustio que había acabado por aceptar como ineludible la vejez que se cernía sobre él a tan corta edad...
Los ojos recorrieron todo el terreno, asombrados de no ver bramantes y temibles olas, de por primera vez en mucho tiempo observar cálida y amorosa arena rozando toda su piel.
Y vuelvo a caer de rodillas, pero esta vez es la última, esta vez solo lo hago porque el peso de mi renacer me abruma, porque quiero llorar, gritar y dar gracias al Universo entre estos violentos estertores de felicidad pura y absoluta.

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