viernes, 11 de enero de 2019

Planetas

Hay una suerte de magia
en la manera en que
nuestros cuerpos chocan
como dos planetas que colisionan,
compartiendo espacio.
Una galaxia se extiende
entre tu boca y la mía,
un aquel de autopista estelar
entre dos salivas que se saludan.
Cuando me tocas, tres o cuatro soles
se cuelan por mis venas hasta las entrañas
y el mundo es una sinfonía ahogada
que se pierde mudo
por el tobogán de mi garganta.
Todos los perfumes son el tuyo
y a ti huele la nada
y huele todo
y es día cuando tus párpados
se desperezan y se levantan.
Con la plena luz que irradias
retozamos en el lecho que encontremos,
te derramas sobre mi piel blanca,
como una lluvia,
me recorres los rincones rosas,
como un viento ufano,
llegas a mí, astronauta,
y me colonizas.
Hay una suerte de magia
en este viaje en que
nuestros cuerpos chocan
como dos planetas que colisionan,
y arden tanto que se funden,
siendo uno,
envuelto en el brillo
de los polvos estelares.

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