Yo veo la belleza en las ruinas
del tiempo, de los rostros
y las piedras;
yo veo la belleza en la cetrina
piel de tu alma angosta,
ya sin dueña.
Que alguien le explique a mi retina
que los muros no valen sin castillo,
y muy seguidamente que le diga
de qué vale una perla sin su brillo.
Nacida con alma de poeta
yo veo la belleza en las ruinas,
ruinas de las almas y sus huesos,
ruinas de la muerte con sus vidas.
Si por corazón siempre tuviste
una dura piedra añeja impía
y tus ojos guardan telarañas
y tus huesos son podridas vigas,
si tu amor huele a viejo encierro
y es tu alma una tapiada puerta
ruégale a mi alma de poeta
que jamás vuelva a verte bello.
Quizá sea un castigo del infierno,
yo veo la belleza en las ruinas
del tiempo, de los rostros
y las piedras,
de carnes y cabellos
y conquistas.
Que alguien le explique a mi retina
que los muros no valen sin castillo,
y muy seguidamente que le diga
de qué vale una perla sin su brillo.
Nacida con alma de poeta
yo veo la belleza en las ruinas,
ruinas de mi amor, que está en los huesos,
ruinas de tu alma a la deriva.
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